Tribuna escrita por Blanca Rodríguez-Laínz, Directora de Ackermann International Chile, para Diario Finaciero
En una época en la que priman la globalización, el compartir conocimiento y el trabajo en equipo, del de verdad, los equipos multiculturales (y multidisciplinares) son un claro valor añadido.
Lamentablemente, y lo veo cada dia como head hunter, aún abundan las “oldganizaciones” ancladas en el pasado, que priman la endogamia, el apellido, el lugar de nacimiento o el colegio al que se ha ido frente al mérito, la capacidad y las ideas nuevas y distintas. “Oldganizaciones” que buscan profesionales clónicos, que vengan de hacer lo mismo en el mismo sector, en lugar de profesionales sólidos con buenas habilidades que traigan una visión distinta, frescura e ideas nuevas a lo que hacemos para construir equipos diversos y más productivos.
La incorporación en las compañías de profesionales de otros países, perfiles y culturas enriquece al equipo con otros modos de gestión, estilos de liderazgo, redes profesionales y conocimientos. El sumar visiones diferentes y distintos modos de entender la vida, sumando perspectivas, aseguran, con la fórmula correcta, el éxito y el alcance global de los proyectos de cualquier organización.
Comparto las claves de la fórmula para el éxito del talento sin fronteras:
1. Comunicación al cuadrado
La mayor preocupación del profesional sin fronteras los primeros meses será la adaptación a la cultura y al equipo, tendrá miedo de no saber al principio, de no encajar, de no conectar con el equipo, y esta integración incide directamente en el éxito o fracaso del proceso de incorporación.
Es fundamental por parte de la empresa una buena política de acogida que incluya información y asesoramiento sobre entorno, cultura, personas clave, códigos, ayudarle a establecer redes internas de networking e, incluso, asignarle un tutor o mentor interno, por senior que sea (al incorporarnos a una nueva organización es nuestro primer día aunque tengamos 30 años de experiencia), con un rol de apoyo para facilitar el aterrizaje en un entorno desconocido. Es importante la comunicación fluida, para que el profesional perciba que la compañía se preocupa por él, evitar la sensación de desarraigo y potenciar su compromiso.
2. Empatía
El profesional sin fronteras que se incorpora a trabajar con un equipo local, con una cultura y unas dinámicas de trabajo distintas, necesita un periodo de adaptación en el que se suele generar cierta frustración y la sensación de “hablar en otro idioma”. Por ello es fundamental primero entender, para luego ser entendido.
Tanto la empresa como los miembros del equipo y el profesional sin fronteras deben ser capaces de comprender y ceder en busca de la sinergia del conjunto del equipo, y terminar encontrando soluciones diferentes y disruptivas gracias a esa visión multicultural.
La empatía será clave para aportar valor como conjunto.
3. Suma de talento
El mejor equipo es aquel que, una vez “engranado” tiene habilidades complementarias, si a eso le sumamos, diversidad de género, de edad, de background, de raza y de credo, aunque debamos tener paciencia en la fase de arranque, porque será más lenta, una vez que hayamos encajado las piezas el resultado será exponencial.
Un equipo formado por personas con visiones y formas de hacer las cosas parecidas desarrollará proyectos que tendrán buena acogida por otras personas que sean como ellos. Sin embargo, un proyecto, y una empresa, desarrollado por personas diferentes tendrá un alcance mucho mayor llegando a personas con visiones diversas. SI, da más pereza trabajar con personas distintas a ti, pero SI te aportará mucho más.