Por Samuel Pimentel, Presidente de Ackermann International
Mientras esperaba la semana pasada en el aeropuerto el avión que me iba a llevar al Foro La Toja me saltaba en Linkedin la notificación del cumplimiento de mi 10º aniversario como Presidente de Ackermann International. Obviamente, no es un hito que se me hubiera pasado por alto de no ser por Linkedin (celebrar en una compañía un cumpleaños tan significativo como es el 10º no es asunto que ni el ritmo más loco y frenético pueda llegar a desplazar en la mente de un empresario), pero sí que he de agradecer a esta red profesional el momento en el que me llegó el aviso porque me brindó la oportunidad de aprovechar ese tiempo muerto de espera antes del embarque para parar, reflexionar y también disfrutar de este hito tan relevante.
Y digo disfrutar porque mientras echaba la vista atrás, repasaba cada uno de esos 10 años, identificaba los momentos más dulces y los más críticos vividos, recordaba los retos, los miedos, los desvelos, las alegrías, las ambiciones, las equivocaciones, los aprendizajes, los éxitos, etc., y me venían a la cabeza todas las personas que han formado parte y contribuido de una u otra forma a hacer realidad esta aventura (como empleados, clientes, proveedores, colaboradores, candidatos, etc.); me sumergía en un coctel de sentimientos y emociones que creo dejan entrever bien los motores que nos han conducido a coronar esta primera cima de los 10 años, y que pueden ser extrapolables a cualquier proyecto empresarial, por lo que me gustaría compartirlos contigo.
Ilusión: La primera emoción que me invadió fue la ilusión. Y no solo por el momento puntual de la celebración, sino que sentí muy viva la ilusión por el proyecto, esa que aparece cuando uno decide poner en marcha una empresa propia. Es esa energía que hace que una idea germine y se haga realidad. Pero lo importante o distintivo de ella no es que esté en el inicio, porque, como digo, ahí no suele faltar, sino conseguir que no se deteriore o desaparezca a medida que el tiempo avanza porque sin ilusión, el proyecto pierde fuelle, foco, sentido, fuerza y cohesión, y muere…
Afortunadamente, en nuestro caso, una década después, puede decir que la ilusión sigue estando muy presente: la percibo en todos los profesionales que integran Ackermann International, la siento en el desarrollo de cada proyecto que abordamos con nuestros clientes y la distingo en cada reto que somos capaces de ponernos delante. Ella es, sin duda, uno de los ingredientes que nos han permitido cocinar con éxito la receta de estos 10 años.
Humildad: El segundo es la humildad, fiel compañera de viaje desde nuestros primeros compases. La humildad conecta con el aprendizaje continuo y la curiosidad permanente; inmuniza contra la enfermedad de creerse en posesión de la sabiduría suprema, te aleja de caminos predefinidos y te invita a viajar por la senda de las experiencias compartidas mano a mano con los clientes. Y es que si hay un factor crítico para asegurar la supervivencia de una compañía, y que creo destaca mucho en el caso de Ackermann International, es esa relación y unión que hemos conseguir forjar con nuestros clientes y el crecimiento que hemos experimentado juntos y muy bien acompasados.
Agradecimiento: Y hablando de clientes, no puedo dejar de experimentar el profundo agradecimiento que siento por todos ellos. Por aquellos que nos acompañan desde nuestros comienzos y esos otros que se han ido sumando año tras año. A ellos les pertenece en gran medida nuestro éxito. Sin ellos no habríamos llegado hasta aquí. Sin su confianza y sin su exigencia, a partes iguales, Ackermann International no sería hoy lo que es, y por eso, la vocación de servicio y la orientación al cliente están en nuestro ADN. Quiero destacar que este agradecimiento no es algo que mire hacia atrás, sino que impulsa y compromete hacia delante. Desde el sentimiento de profundo agradecimiento a nuestros clientes, trabajamos en Ackermann International cada día; es nuestra principal motivación.
Orgullo: Aunque sé que suena muy tópico, estos 10 años han pasado volando, pero lejos de derivar esta reflexión en una sensación de vértigo lo que me provoca es una sensación de orgullo. Porque por mucha ilusión que portásemos en 2009 y muy clara que estuviera nuestra vocación de convertirnos en un grupo internacional, ni con el mayor alarde de imaginación me veo capaz de haber previsto que hoy llegaríamos a estar presentes en más de 30 países con 36 oficinas y un equipo de más de 200 consultores. Pero lo que más orgullo me genera no es el número sino la calidad de esos profesionales y el alto orgullo de pertenencia que manifiestan, porque son ellos –liderados por un equipo de socios excepcional en España, Latinoamérica, Europa, África y Asia que merece una mención especial- los auténticos artífices del buen devenir de nuestra empresa.
Inconformismo: En Ackermann International no sabemos estarnos quietos; ni sabemos…ni queremos…. Tal vez sea porque nacimos en un periodo de crisis y eso forja un carácter especial, pero nunca nos hemos dejado atrapar por las mieles del éxito ni nos hemos permitido ni un minuto de acomodo. Cada éxito cosechado ha supuesto el impulso para avanzar un poco más, para marcarnos un nuevo objetivo; y cada aprendizaje labrado a base de no conseguir lo fijado nos ha inyectado la resiliencia suficiente para no dejar de perseverar y volver a intentarlo… porque como bien decía Michael Jordan, el éxito solo llega al que tira a canasta y nunca al que se queda sentado en el banquillo…
Pasión: Experimento también pasión, la que creo es un atributo absolutamente diferencial del talento. La pasión manifiesta autenticidad, convicción, entrega, esfuerzo, compromiso y valores; mimbres básicos para la sostenibilidad de un proyecto, y por eso, es algo que siempre hemos buscado en todos nuestros colaboradores y hemos tratado de mantener muy viva; y gracias a ello, estoy convencido, hemos conseguido hacernos mayores.
Ambición: Siempre digo, cuando tengo que hablar de la historia de Ackermann International, que una de las cosas que menos me gusta de cumplir años es que hemos pasado de ser emprendedores a ser empresarios. No es que me disguste el concepto de empresario, todo lo contrario; con lo que no estoy conforme es con asociar el concepto de emprendedor al del ambición y crecimiento, y el de empresario al de estabilidad y consolidación. No es verdad que por el mero hecho de hacerse mayor, se diluya la ambición y se priorice la búsqueda y mantenimiento de un cierto statu quo. No es cierto y, además, es un craso error. Entiendo la ambicióncomo el factor catalizador de la consecución de un sueño u objetivo, y como tal, no concibo que pueda existir empresario, empresa, emprendedor o startup sin dosis de ella.
Si pienso en nuestro caso concreto, lo que somos es resultado de lo que antaño ambicionamos ser y de lo que hemos peleado para lograrlo; y nuestro futuro está directamente relacionado con lo que seamos capaces de soñar y con la fuerza con que seamos capaces de ambicionarlo.
Exigencia: En este pequeño viaje que estamos realizando por las palancas del éxito me detuve también en la exigencia. Hablo de exigencia para referirme, primero, a la autoexigencia que todo fundador de un proyecto y líder de un equipo considero ha de cultivar; y segundo, a velar por la máxima calidad de tu servicio. No concibo otra moneda capaz de dotarte de la credibilidad y entregarte la confianza de tus stakeholders, y nadie duda ya que no hay empresa capaz de sobrevivir sin ellas.
Confianza: Y hablando de confianza, aunque no son tiempos donde es posible cosechar muchas certezas, sí que tengo una clara: lo único que nos va a permitir no perdernos en las aventuras que nos esperan, la brújula con la que contamos y contaremos tiene solo un nombre y éste es talento. Tengo plena confianza en el valor estratégico del talento en el futuro de los negocios, por encima de tecnología, robots, inteligencia artificial, datos… y desde esa convicción y confianza, trabajamos en Ackermann International.
Compromiso: Y por todo ello, termino este relato de las emociones que me acompañan en la celebración de nuestro 10º aniversario sintiendo la sensación, o más bien la necesidad de renovar mi compromiso con el mundo del talento; un sector que me lo ha dado todo, me ha permitido realizarme como profesional y crecer como persona, conocer y rodearme de grandes profesionales y mejores personas, viajar y trabajar en diferentes países y entrar en contacto con diversas culturas, y disfrutar mucho.
En estos tiempos de profunda transformación, donde nadie es capaz de asegurar lo que nos deparará el mañana, manifiesto mi voluntad de seguir investigando, adaptándonos, esforzándonos y trabajando para dar el mejor apoyo a profesionales y empresas en la consecución de sus metas, y, sobre todo, para hacerlo con la honestidad, transparencia y rigor necesarios. Pondremos todos nuestros recursos para seguir estando ahí, a vuestro lado; para ganarnos vuestra confianza cada día y en cada proyecto; para que sigáis considerando a Ackermann International un aliado estratégico y un compañero indispensable en vuestras travesías, independientemente de por dónde estas nos lleven; y para que sigamos cumpliendo años y consigamos coronar nuestra segunda cima, la de los 20 años a vuestro lado.
¡GRACIAS!